LOS CELESTIALES
No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino…
Mateo 7,21
Después y por encima de la pared caída
de los vidrios caídos de la puerta arrasada
cuando se alejó el eco de las detonaciones
y el humo y sus olores abandonaron la ciudad
después cuando el orgullo se refugió en las cuevas
mordiéndose los puños para no decir nada
arriba en los paseos en las calles con ruina
que el sol acariciaba con sus manos de amigo
asomaron los poetas gente de orde por supuesto.
En la hora dijeron de cantar los asuntos
maravillosamente insustanciales es decir
el momento de olvidarnos de todo lo ocurrido
y componer hermosos versos vacíos sí pero sonoros
melodiosos como el laúd
que adormezcan que transfiguren
que apacigüen los ánimos ¡qué barbaridad!
Ante tan sabia solución
se reunieron pues los poetas y en la asamblea
de un café a votación sin más preámbulo
fue Garcilaso desenterrado llevado en andas paseado
como reliquia por las aldeas y revistas
y entronizado en la capital. El verso melodioso
la palabra feliz todos los restos
fueron comida suculenta festín de la comunidad.
Y el viento fue condecorado y se habló
de marineros de lluvia de azahares
y una vez más la soledad y el campo como antaño
y el cauce tembloroso de los ríos
y todas las grandes maravillas
fueron en suma convocadas.
Esto duró algún tiempo hasta que poco
a poco las reservas se fueron agotando.
Los poetas rendidos de cansancio se dedicaron
a lanzarse sonetos mutuamente
de mesa a mesa en el café. Y un día
entre el fragor de los poemas alguien dijo: Escuchad
fuera las cosas no han cambiado nosotros
hemos hecho una meritoria labor pero no basta.
Los trinos y el aroma de nuestras elegías
no han calmado las iras el azote de Dios.
De las mesas creció un murmullo
rumoroso como el océano y los poetas exclamaron:
Es cierto es cierto olvidamos a Dios somos
ciegos mortales perros heridos por su fuerza
por su justicia cantémosle ya.
Y así el buen Dios sustituyó
al viejo padre Garcilaso y fue llamado
dulce tirano amigo mesías
lejanísimo sátrapa fiel amante guerrillero
gran parido asidero de mi sangre y los Oh Tú
y los Señor Señor se elevaron altísimos empujados
por los golpes de pecho en el papel
por el dolor de tantos corazones valientes.
Y así perduraron en la actualidad.
Esta es la historia caballeros
de los poetas celestiales historia clara
y verdadera y cuyo ejemplo no han seguido
los poetas locos que perdidos
en el tumulto callejero cantan al hombre
satirizan o aman el reino de los hombres
tan pasajero tan falaz y en su locura
lanzan gritos pidiendo paz pidiendo patria
pidiendo aire verdadero.
APOLOGÍA DEL LIBRE
… es más fácil que un camello…
Mateo 19, 24
¡Grande y poderoso eres oh prócer
oh singular prestigio nuevo Creso!
A tu presencia tiemblan las paredes
los empleados el papel los números.
Nadie como tú maravilloso germen
de la opulencia y de la gran industria
con tu cartera con tu hermosa calva
rodeada de planetas y aureolas
con el pulcro chaleco abotonado
sobre tu inmenso abdomen nadie
nadie como tú flor nueva
tulipán de oro.
De entre todos te alzaste como un monte
de lava sobre el páramo en asombro
de chispas y clamor y ahora
dominas desde lo alto de tus cumbres
las diminutas vidas que te observan.
Es al amor al creador de toda
la belleza que existe al supremo maestro
al que hay que preguntar qué sucedió
qué ventura qué grande maravilla
apercibió en tu frente para darte
con su soplo en mitad de la pechera
y hacerte el libre el rey el financiero.
A ti solo entre miles
entre miles y miles y millones.
Por que la libertad está en tu firma
porque tu reino sí que es de este mundo
porque nada te puede ser negado eres
el prototipo el hombre insigne
para el que se han dictado las leyes y los cánones
la caridad y el premio.
Elegido elegido
mantén tu fortaleza no des oído
a los lamentos y a las maldiciones
sigue triunfa en tu reino pues que el mundo
se hizo sin duda para ser asiento
de posaderas recias y bursátiles como las tienes tú.
AUTOBIOGRAFÍA
Fui un mísero afligido desde mi mocedad, siempre
llenó de espanto, lleno de tristeza…
Salmos 88, 16
Cuando yo era pequeño
esta siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío
no sirves para nada.
Después me fui al colegio
con pan y con adioses
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.
Vino luego la guerra
la muerte -yo la vi-
y cuando hubo pasado
y otodos la olvidaron
yo triste seguí oyendo:
no sirves para nada.
Y cuando me pusieron
los pantalones largos
la tristeza en seguida
mudó de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.
En la calle en las aulas
odiando y aprendiendo
la injusticia y sus leyes
me perseguía siempre
la triste cantinela:
no sirves para nada.
De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo y era alegre:
no sirves para nada.
Ahora vivo con ella
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que a veces digo
también con alegría:
no sirves para nada.